hablar del niño es pronunciar la tierra
la tierra alta y llena de campanas
para olvidar la guerra.
Es como hablar de aromas de manzanas.
Como encontrar la fiesta verdadera
en la sonoridad de las mañanas.
Es como aprisionar la primavera
sin dejarla escapar de los rosales.
Asirla fuerte y conservarla entera.
Es retener la miel de los panales.
La música redonda de los nidos.
Es como hablar a Dios con los ideales.
Es abolir los hombres perseguidos.
Hacer y levantar todo el futuro.
Es como hablar a Dios con los sentidos.
Hablar del Niño es olvidar lo oscuro,
y tomar la verdad iluminada
por el perfume de su nardo puro.
Es levantar con fuerza agigantada
su bandera de niño sorprendido
ante un mundo de sangre huracanada.
Hacer que el campo cante conmovido
su cosecha, su fiesta y su estatura.
Y que duerma la pólvora su olvido.
Que la ciudad se llene de blancura
con palomas de alas musicales
y con himnos venidos de la altura
Con palomas de paz y de rosales.
Con palomas de nardos requeridos.
Es como hablar a Dios con los sentidos.
Es como hablar a Dios con los ideales.
Es olvidar los llantos conmovidos.
Hacer que los claveles de la risa
iluminen el día enrojecidos.
Hablar del Niño es huir de la ceniza.
De la muerte que es sombra destituida
por el ángel del beso y la sonrisa.
Es quitar hambre de su boca herida.
Es borrar penas del rostro adolescente.
Que su mano temblando ya no pida.
Es darle al niño luz para su frente.
Hacer su vida luminosa y clara.
Soltar sus golondrinas en torrente.
Ver la dicha subiéndole a la cara.
Y sentirlo feliz con la ambrosía
del verso que por él hoy se acitara.
Es detener el milagroso día
de la felicidad y del contento.
Es como hablar a Dios con alegría.
Es como aprisionar el sol y el viento.
La mies del campo, la música que danza
en mariposas de contentamiento.
Soñar los días claros de bonanza.
Los altos horizontes de una sierra.
Es como hablar a Dios con esperanza.
Arar el campo y suprimir la guerra.
Tomar una campana y que su aroma
sonore sus claveles en la tierra.
Abrir el pecho azul de una paloma.
Tomar un lirio, angelicar la rosa
y embriagarnos el alma en su redoma.
Abrir una ventana rumorosa
para que el sol en ella se revierta
con sus alas de tenue mariposa.
Platicar con la aurora que despierta,
sobre las golondrinas del verano.
Olvidarse de tanta cosa muerta.
Traer el mar entero en una mano.
Y darle al niño el mar para su gozo
hasta cansar su corazón temprano.
Es como hablar a Dios con alborozo.
Hablar con alegría y dar la idea
de que el mundo es azul para el retozo.
Es hacer que se olvide la pelea.
Que el ángel de la paz encienda rosas.
Y que en la tierra amarga de Corea
vuelen de los fusiles mariposas.
FUENTE: http://hunnapuh.blogcindario.com/2005/07/00247-para-cerrar-el-articulo-sobre-la-ninez-de-jjmar.html
CAROL SANDOVAL
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